sábado, 22 de marzo de 2008

Tsunami bipartidista

Escuchar a Llamazares la noche del 9M es un ejercicio de relax interior. Te hace sentir que, si la gente no valora suficientemente la calidad, si se da cuenta al menos de cuando algo resulta patético. La campaña de Gaspi, propia de un grupo juvenil radical y no de un partido que hace no muchas legislaturas tenía 21 escaños, ha tenido como resultado un hundimiento casi definitivo de la coalición izquierdista. ¿Cual es el mensaje de un político cuyo avatar quema fotos del Rey? Después nos quejamos de que haya desalmados y salvajes que armen la gresca en las calles. Es muy fácil. Se dirá al día siguiente en la típica tertulia de bar que ahora la educación ya no es lo que era, y que por eso los chavales andan tan alocados. Se terminará asociando eso a los imbéciles hijos de puta que gravan a otros chavales con el móvil mientras le dan una paliza. Pero claro, siempre es culpa del colegio, de los otros amigos o de cualquier gilipollez. Nunca se nos ocurre que quizá haya grupos políticos, teórico ejemplo de civismo, de espíritu democrático y de convivencia, que fomenten la violencia y el vandalismo. O que quizás estar más preocupado porque el chavalin vaya a cinco mil actividades extra-escolares no es la prioridad sino que debería ser el darle una serie de valores a los niños, para que se acaben de una vez las noticias como la que hoy aparece recogida en algunos medios. La Audiencia de Sevilla ha condenado a una mujer a pagar 14.000 euros de multa por una agresión de su hijo en el Instituto de Secundaria en el que estudia. El angelito le reventó los dientes a un compañero. Y la señora madre aún tienes los arrestos de afirmar sin atragantarse con su propia lengua que la culpa la tenía el instituto por no hacer "labores suficientes de vigilancia" de los alumnos. Y al carajo.

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