jueves, 3 de abril de 2008

Venganza (parte 1)

Parte 1
Salía de su casa dispuesta a comerse el mundo, aunque su mirada perdida en la lejanía de un mundo que ya nunca más volvería, pesaba sobre sus ojos.
Con pisada fuerte y decidida recorría las calles del pueblo.
Esa mañana se cruzó con varias personas con las que no deseaba encontrarse pero las saludaba alegremente, como si la calma que tanto ansiaba realmente ocupase su vida.
Uno de esos encuentros fue con la señora Roca. Vieja y arrugada había sido amiga de su padre y su madre, y le debía desde pequeña un saludo afectivo y cariñoso, aunque en el fondo sabía que no era una persona que se mereciese tal reconocimiento. Se paró a hablarle unos segundos:
- Buenos días señora Roca, ¿qué tal se encuentra esta mañana?
- Hay, hola Lucía, cuanto tiempo, pues verás todo va bien, pero me tengo que ir corriendo porque estoy muy atareada con el ajetreo del papeleo de la boda de mi Sergio, y es que ellos están en una nube como podrás comprender… y claro, la que carga con el pato.. es la futura abuela- Y prosiguió su camino sonriendo para sí misma y riéndose del mundo, sin mediar palabra sobre lo ocurrido los días anteriores, lo que se comentaba en todo el pueblo desde ese fatídico día hasta el momento.
Y es que eso era lo que tenía el pueblo: que todo el mundo creía saberlo todo, todo el mundo creía tener el derecho suficiente para hablar de ello y todo el mundo creía estar seguro de saber por que trágico momento estaba pasando Lucía. Aunque claro, como el señor López decía: Lucía acabaría superando el dolor, y volvería a ser feliz…



Cuando llegó a los juzgados ya eran casi las 11, y se había formado una gran cola. Se quedó parada unos minutos y pensó que era lo que debía hacer: ya era la 4ª vez que estaba ante esa puerta, para ella infranqueable, y no se había decido a cruzarla. Aquel día se había decidido a hacerlo, y aquella cola… tardarían horas en atenderla… y eso si podían atenderla, porque el juzgado cerraba a las 2… Las lágrimas asomaron en sus ojos, no podía hacerlo, tenía que irse de allí…

Corrió hacia el río y se sentó contemplando la mañana. Estaba llorando ya como una niña cuando vino a su mente un recuerdo, tomó su bolso y cogió una pequeña libreta y un bolígrafo y comenzó a escribir entre tachones y lágrimas:

"No sé muy bien que estoy haciendo aquí, escribiendo esta carta y esperando como una tonta tu llamada, una mirada, una sonrisa, un beso. Hasta me da miedo dejar la casa sola por si vuelves y crees que no estoy, porque no es cierto, estoy, todos los días espero; estoy por y para ti. El mundo que antes me fascinaba ahora no es más que un impedimento de verte y de ver cumplidos todos mis deseos. Un recuerdo muy lejano de las tardes que pasaba en la playa retratando el infinito de esa marea que siempre habíamos envidiado: yendo y viniendo como si nada importara: viajaba por el mundo entero descubría sitios nuevos gente diferente, la marea es la única que tiene verdadera conciencia de la cantidad de gente que habita el mundo, solías decirme…
Quiero irme escarparme!!! Deseo huir, pero a cada paso encuentro señales de que tu has estado en ese lugar y… no puedo, los recuerdos pueden más que yo, yo no puedo nada, yo no valgo nada si no es contigo!!!
Te necesito tanto a mi lado!!
Sabes? Hoy he tenido un sueño muy extraño, tu estabas en él… recuerdas aquel rinoceronte que aparecía en mis pesadillas, pues de nuevo ha aparecido. Pero estaba vez no eras tu el que debía salvarme y no lo hacías, sino que era yo la que debía salvarte a ti. Estábamos en un puente, y tu te habías teñido el pelo de verde porque era el color de la esperanza y tu tenías esperanza de que Paúl Soria ganase u partido de fútbol playa, jeje. De pronto se hacía de noche y nos poníamos muy nerviosos, se empezaba a mover el suelo y el rinoceronte aparecía. Tú empezabas a correr y me mirabas por momentos, como suplicándome que te salvara. Y te prometo que yo hacía todo lo que podía: colocaba trampas, tiraba de la cola al rinoceronte como tu me enseñaras; pero no conseguía nada, porque tu seguías aterrorizado y el bicho solo te perseguía a ti. No recuerdo cómo acababa el sueño, pero ojalá te hubiese salvado, y hubiese podido abrazarte finalmente…"

Lucía arrancó la hoja y la releyó entre susurros y lamentos, hasta que el viento se la arrebató de las manos. Contemplando como escapaba la carta, sentía latir su pecho a mil por hora, una mezcla de odio, venganza y miedo prendían fuego en su corazón.

3 comentarios:

Salmonete dijo...

no dejes nunca de escribir.

Anónimo dijo...

Espero con ansiedad la segunda parte, la primera me ha gustado mucho.Saludos
anamorgana

Anónimo dijo...

Os lo agradezco muchísimo de verdad, no era más que una historia, pero pienso acabarla, tiene un final, y lo vamos a encontrar.
Gracias.